lunes, 12 de enero de 2009

Pedro Almodóvar



El cine de Almodóvar cultiva un naturalismo que destruye el usual costumbrismo burgués del cine español. Suele representar, por el contrario, una realidad marginal o del subproletariado urbano y abunda en elementos escandalosos y provocadores: policías corruptos, consumo de drogas, maltrato, prostitución, niños precoces, paletos filosóficos, marujas desesperadas, homosexualidad desgarrada, etc., todo ello sin renunciar a su humor irreverente y sin dejar de provocar con heterodoxas escenas de sexo, como la lluvia dorada de su primer largo en 35 mm Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980). Su primer trabajo cinematográfico Folle, folle, fólleme... Tim (1978), filmada en Super 8, se circunscribe dentro de este estilo punk.
Este material escandaloso podría pretender, como en el caso de los surrealistas, épater les bourgeois («perturbar a los burgueses»). Con el tiempo, sin embargo, va puliendo su escritura y desarrollando guiones cada vez más sofisticados y coloristas, muy cercanos al melodrama clásico inspirado en Douglas Sirk.
En películas posteriores como ¡Átame!, clasificada inicialmente como X en Estados Unidos (a raíz de esta película, nació la clasificación americana NC-17, también adjudicada a La mala educación), una mujer llega a enamorarse de su secuestrador y en Kika llega incluso a trivializar la violación. También abundan, entre sus fuentes de inspiración, casi siempre autobiográficas, los elementos buñuelescos y anticlericales, como el humor negro o el cura pederasta de La mala educación, o pertenecientes a la cultura «cañí» de masas y el arte de vanguardia.
Almodóvar mezcla en sus películas lo tradicional y lo transgresor. Es característica su afición a los boleros, a Chavela Vargas, a Caetano Veloso, y en general a la estética más punk, Cutre Lux y transgresora, basada en la utilización de colores muy vivos y fuertemente contrastados, exteriores vulgares y degradados y las desproporciones violentas entre los intérpretes humanos y los entornos físicos de los edificios. Su experiencia como actor y cantante lo ha hecho transformarse en un importante director de actores y como guionista pergeña especialmente bien los personajes femeninos y las historias cargadas de dramatismo.
En opinión de Lynn Hirschberg, «Almodóvar preside sobre sus cambiantes personajes como un cura benevolente: acepta y perdona prácticamente a todos ellos, no importa lo terrible de sus pecados. Un secuestrador, un violador o un pedófilo pueden tener un corazón puro; por supuesto, los aparentemente inocentes también pueden ser culpables
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