De un taller perdido en San Miguel sale esta revista que no tiene un gran despliegue visual, pero que esconde en sus letras y palabras la sangre y el alma de esa exageracion del drama que la literatura amateur explota fundamentalistamente hacia el espacio y las personas que casualmente o mejor dicho causalmente transitan y pisan las minas subterraneas impresas o digitales que, escondidas tras las superficiales tapas, llamamos paginas. Sin muchas esperanzas o tal vez con solo una, que se lea y se deseche luego de germinar en la vista y florecer esporas visuales en los tramos neuronales que componen los recuerdos, ofrecemos la Maldita Matilda, número 2.
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